PLAN LECTOR INFORMÁTICA - GRADO DÉCIMO
Los peligros de los gigantes tecnológicos
Al inicio de esta
década, la Primavera Árabe prosperó con la ayuda de las redes sociales. Ese es
el tipo de historia que le encanta a la industria de la tecnología: le gusta
demostrar que contribuye a que exista más libertad, progreso y un mejor futuro
para toda la humanidad.
Mark Zuckerberg,
el fundador de Facebook, proclamó que esa era precisamente la razón por la que
existía su red social. En un manifiesto para inversionistas de 2012, dijo que
Facebook era una herramienta para crear “un diálogo más honesto y transparente
en torno al gobierno”. El resultado, dijo, serían “mejores soluciones para
algunos de los problemas más grandes de nuestra época”.
Ahora, las
empresas de la tecnología son criticadas por crear problemas en vez de
solucionarlos. El problema número uno en la lista es la interferencia
rusa en la elección presidencial de Estados Unidos el año pasado. Las
redes sociales quizá prometieron libertad al principio, pero resultaron ser
unas herramientas muy útiles para avivar el enojo. La manipulación fue tan
eficiente y tan carente de transparencia que las empresas apenas se dieron
cuenta de que eso estaba ocurriendo.
La elección no es
la única preocupación. Las empresas de tecnología han acumulado una
cantidad tremenda de poder e influencia. Amazon determina cómo la gente compra;
Google, cómo adquiere conocimiento; Facebook, cómo se comunica. Todos están
tomando decisiones acerca de quién tiene acceso al megáfono digital y quién
debe desconectarse de la red.
Su gran
concentración de autoridad se parece al derecho divino de los reyes y despierta
un rechazo que está en pleno desarrollo.
“Durante diez años,
los argumentos en la tecnología tenían que ver con cuál director ejecutivo se
parecía más a Jesucristo. Cuál se postularía a la presidencia. Quién convencía
mejor a los trabajadores para que lo apoyen”, dijo Scott Galloway, un profesor
de la Escuela Stern de Negocios de la Universidad de Nueva York. “Ahora los
sentimientos están cambiando. La víctima se rebela”.
En Facebook,
Twitter y ahora Google se está divulgando la noticia de cómo los rusos se
aprovecharon de sus sistemas de publicidad y publicaciones. El 1 de noviembre,
el Comité de Inteligencia del Senado realizará una audiencia al respecto. No es
probable que eso mejore la reputación de las empresas.
Con el aumento de
la presión, las empresas están lidiando con un ataque de relaciones públicas.
Sheryl Sandberg, la directora de operaciones de Facebook, estuvo en Washington
esta semana reuniéndose con legisladores y reconociendo públicamente los
errores sobre lo que pasó durante la elección y dijo que “no debieron suceder”.
Sundar Pichai, el director ejecutivo de Google, estuvo en Pittsburgh el jueves
hablando acerca de “las grandes brechas de oportunidades en todo Estados
Unidos” y anunciando un programa de subsidios de 1000 millones de
dólares para promover empleos.
En el trasfondo de
estas reuniones se encuentra la realidad de que internet se convirtió desde
hace mucho tiempo en un negocio, lo cual implica que la prioridad de las
empresas es complacer a sus accionistas.
Ross Baird,
presidente de la firma de capital de riesgo Village Capital, señaló que cuando
ProPublica intentó comprar anuncios publicitarios dirigidos a
antisemitas el mes pasado en Facebook, la plataforma no cuestionó si esa era
una mala idea: les preguntó a los compradores cómo les gustaría pagar.
“A pesar de toda
la habladuría de Silicon Valley en torno a cambiar el mundo, su principal
enfoque ha estado en lo que puede monetizar”, dijo Baird.
Desde luego, las
críticas a la tecnología no son nada nuevo. En una lamentación exagerada
publicada en Newsweek en 1995, “Why the Web Won’t Be Nirvana” (¿Por qué la web
no será el nirvana?), el astrónomo Clifford Stoll señaló que “cada voz puede
escucharse sin costo e instantáneamente” en los tableros de boletines de
Usenet, el Twitter y Facebook de esa época.
“¿El resultado?
Cada voz es escuchada. La cacofonía se parece más a la onda de radio civil, con
todo y nombres clave, acoso y amenazas anónimas. Cuando casi todos gritan,
pocos escuchan”, escribió.
Justin Rosenstein,
un ex ingeniero de Facebook, dijo recientemente que él había programado su
teléfono para evitar usar la red social en el dispositivo.
Si las redes
sociales están a la defensiva, Zuckerberg es quien está en el centro de todo:
un suceso extraño en una carrera impecable que lo ha convertido, a los 33 años,
en una de las personas más ricas e influyentes del mundo.
“Tenemos un dicho:
‘Muévete rápidamente y rompe cosas’”, escribió en su manifiesto de 2012. “La
idea es que, si nunca rompes nada, quizá no te estás moviendo con la velocidad necesaria”.
Facebook abandonó
ese lema dos años después, pero los críticos dicen que ha conservado mucho de
esa arrogancia. Galloway, cuyo nuevo libro, The Four, analiza el
poder de Facebook, Amazon, Google y Apple, dijo que la red social aún estaba
preparando su respuesta.
“Zuckerberg y
Facebook están violando la regla número uno de la gestión de crisis: la
hipercorrección del problema”, dijo. “Su actitud es que les resulta imposible
hacer cualquier cosa que afecte sus ganancias”.
Joel Kaplan, el
vicepresidente de Políticas Públicas Globales de Facebook, dijo que la red
estaba haciendo su mejor esfuerzo.
“Facebook es una
parte importante de la vida de muchas personas”, dijo. “Esa es una
responsabilidad enorme, una que nos tomamos muy en serio”.
Algunos emprendedores
de las redes sociales reconocen que están enfrentando problemas que jamás
imaginaron como empleados de empresas emergentes que luchaban por sobrevivir.
“No había tiempo
para pensar en las repercusiones de todo lo que hacíamos”, dijo en una entrevista
Biz Stone, cofundador de Twitter, poco antes de volver a la empresa la
primavera pasada.
Sostuvo que
Twitter estaba adquiriendo una reputación injusta: “Por cada cosa mala, hay mil
buenas”. Sin embargo, reconoció que a veces “las cosas se complican”.
A pesar de las
crecientes críticas, la mayoría de los inversionistas, consumidores y
reguladores parecen no haber cambiado su comportamiento. La gente aún espera
con ansias el nuevo iPhone. Facebook tiene más de dos mil millones de usuarios.
Al presidente Donald Trump le gusta criticar a Amazon en Twitter, pero su
administración ignoró las peticiones de una revisión rigurosa de la compra de
Whole Foods por parte de Amazon.
Sin embargo, en
Europa, el terreno está cambiando. La participación de Google en el mercado de
los motores de búsqueda del continente es del 92 por ciento, de acuerdo con
StatCounter. Pero eso no evitó que la Unión Europea lo multara con 2700
millones de dólares en junio por darles prioridad a sus propios productos por
encima de los de sus rivales.
Una nueva ley
alemana que multa con grandes sumas a las redes sociales por no eliminar el
discurso de odio entró en vigor este mes. El martes, un portavoz de Theresa
May, la primera ministra del Reino Unido, dijo que el gobierno estaba revisando
“con cuidado los papeles, la responsabilidad y el estatus legal”, de Google y
Facebook, con miras a regularlos como editores de noticias en vez de
plataformas.
“Esta guerra, como
muchas otras, comenzará en Europa”, dijo Galloway, el profesor de la
Universidad de Nueva York".
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